Y LAS PROCESIONES QUE QUEDAN...

                                                          Semana Santa 2024. Salamanca

Pues... nada, se acabaron las procesiones religiosas, que hemos seguido los tertulianos donde no ha llovido. A partir de ahora las seguirán las polí­ticas, las sociales y las económicas, que el aceite no para de subir de precio sin que nadie se lo explique. Y esperamos que si alguno de nuestros estimados lectores ha conseguido “ligar”, lo haya hecho sin más carabina que el paraguas.

Nos cuenta Venancio que ha pasado estos dí­as en su pueblo de Cuenca. Dí­as frí­os y alguno lluvioso. Se ha encontrado con los pocos que quedan de su quinta y ha disfrutado de un par de nietos. Y no ha tenido que comprar las torrijas, pues su hija las sigue haciendo tan exquisitas como las hacía la abuela Benita. Se acercó a Cuenca para ver la tradicional y ruidosa "Procesión de los borrachos", pero sólo para verla discurrir un rato, no para participar en ella, que no está ya para esos trotes.

Nicasio se ha quedado en Madrid y  le dio por acercarse el Domingo de Resurrección a Robledo de Chavela. Alguien le habí­a comentado que allí­ apedrean la imagen de Judas ante las de la Virgen y el Cristo Resucitado. Cuando contempló la escena, dice que  no tuvo más remedio que acordarse de a cuántos Judas mantiene la polí­tica en España y lo que se merecen. Está claro que no ha tardado en pedir perdón al Señor por tan malos pensamientos.

El amigo Adolfo, tan exigente en gustos artísticos, no ha querido privarse de contemplar los "Salzillos". Se suma como polizonte automovilístico al resto de la familia y con ella marcha a pasar estos santos días a Murcia. Nos confiesa que se emociona al ver a sus nietos desfilar de penitentes por algunas estrechas calles y se admira de la destreza de los costaleros o portadores de pasos, algunos muy pesados. Tampoco quiso perderse la curiosa y algo bulliciosa Procesión infantil de Alcantarilla. Y, cómo no, tení­a que degustar el tí­pico paparajote y la mona de Pascua.

Juan ha pasado la Semana Santa en Salamanca. Hací­a algún tiempo que no volví­a a pisar esas calles que recorrí­a a diario en sus tiempos de estudiante. Afirma que su espí­ritu se siente rejuvenecido cada vez que visita Salamanca, a la que llegó con dieciséis años, y cuya parte antigua no ha sufrido ningún cambio arquitectónico. Ahí­ permanece la piedra de Villamayor, perenne, indiferente e inmune a los cambios climáticos por los que ha tenido que pasar durante algunos siglos, cambios que nuestros ilustres y a la vez ignaros gobernantes consideran apocalípticos.

Termina Juan recordando que ya en la próxima reunión cafetera se seguirá hablando, como siempre, de lo que nos presten las noticias.

 

Hasta otro dí­a.

Juanma

 


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