ACÉMILAS DE LA LENGUA

 

¡Qué tiempos!

22-2-2024

Prensa:

*Nueva coz lingüística de la ministra de Educación Pilar Alegría, que prometió ante la prensa "contundencia cero" contra los narcos. (Aparte de otras lindezas como: “ayer se producieron, insultos y soeces”…)

* George Orwell: «La corrupción de la política empieza por la corrupción del lenguaje».

Aclaración: Está claro que nadie domina su idioma a la perfección. Los cuatro viejales del “Frente de Vejentudes” llevan una media de 70 años intentándolo y no lo han conseguido. Lo que parece estar acreditado es que buena parte de los políticos actuales patean el diccionario bastante a menudo.

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Estamos viviendo unos tiempos, dice Venancio, en que incluso el nivel más básico de conocimientos de Gramática Española está por los suelos. Ni siquiera se aplica aquello de economía del lenguaje o sencillez expresiva. Venancio quiere recordar que, en sus tiempos, una de las pruebas para ingresar en un Instituto de Enseñanza Media consistía en un dictado en el que sólo se admitía una falta de ortografía. Y la edad mínima para ingresar estaba en los 10 años. Deja a los lectores que comparen e imaginen. Termina diciendo que se cuenta de Juan de Mairena que manda a uno de sus alumnos que salga a la pizarra y escriba «Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa». El alumno escribe lo que se le dicta. Pide entonces el profesor que vuelva a escribirlo, esta vez en lenguaje poético, y el niño, después de meditar, anota: «Lo que pasa en la calle». A Mairena no le parece mal.

A Adolfo, que cree que las comparaciones no son odiosas, sino molestas, le basta atender la fluidez verbal de un joven de hoy, su riqueza de vocabulario y el nivel de comprensión lectora, para ver que algo serio está fallando en la enseñanza de la asignatura instrumental por excelencia.  En el plano didáctico se ha abandonado el ejercicio diario del dictado, el de sinónimos y antónimos, el uso de los signos de puntuación, las correctas concordancias entre adjetivos y nombres… Así se ven redacciones en las pruebas de acceso a la universidad que acongojan. De la caligrafía, mejor ni hablamos, remata Adolfo.

 Comenta Nicasio que nuestra RAE hace limpieza periódica, enriquece de vez en cuando, pero a la hora de fijar significados, conceptos, aislados o dentro de un contexto, lo tiene crudo. Los medios llamados de comunicación, y sobre todo los políticos, no le hacen ni caso, por voluntad o por ignorancia. Así es posible que toda una señora ministra de Educación confunda “contundencia” con “tolerancia”; por no hablar del uso tan común e inculto del verbo “preveer”. Pero lo que no es razonable es que quienes cursan Derecho y acceden a puestos de la judicatura sólo dispongan de los conocimientos de Lengua Española adquiridos en el bachillerato. Por supuesto que siempre pueden compensarlo con un buen manual y un buen  diccionario a mano.

Al amigo Juan le da por acudir a la moda de cambiar de género, que el ignorante gramatical lo cambia sin ir al Registro; no tiene inconveniente, salvo el caso de la cacofonía con el artículo, en cambiar los géneros de los nombres. ¿Quién no ha oído convertir la femenina agua en masculino al decir “ESTE agua? Hasta la ministra del ramo da por bueno hablar de “ESE agua”. Pero lo que más le encocora es cómo los políticos (sálvese quien pueda) juegan con las palabras, las deforman, las adulteran y hasta las prostituyen. Se dirigen a los ciudadanos para que les suenen bien las palabras, pero no sus pensamientos. Por eso en períodos de campaña electoral más de un candidato se dirige a los electores como si fueran unos tontos, unos payasos. Cuando llega el recuento de votos confirman lo que pensaban. El caso es que las leyes no se escriben con la jeroglífica escritura egipcia, sino en castellano, que debería ser claro y preciso.

En general, piensa Juan que los políticos no se entienden con el Pueblo, pero entre ellos se entienden a la perfección, aunque no lo parezca y aunque utilicen el idioma español a su antojo y utilizando términos descabalados. Y nos cuenta un viejo chiste salido de una charla entre dos amigos dedicados a la política:

- Oye, Pedro, tengo un problema en mi matrimonio y sé que tú eres un gran amigo y podrías ayudarme.
- Cuéntame, Alberto. A ver si puedo ayudarte o aconsejarte.
-Pues mira, es que a mí me gustará tener “condescendencia” y no sé si es que soy “omnipotente” o es que mi mujer está mal de la “vajilla”.
Pedro puso un gesto de haber adivinado el diagnóstico y la posible causa del problema:
-Pero vamos a ver, Alberto: ¿Vosotros hacéis vida “marítima” normal?

**Nicasio pone la guinda del rato cafetero comentando las imágenes de la policía aporreando en el suelo a algunos campesinos que peinan canas. Para él resultan degradantes, tanto para quien da las órdenes como para quienes las obedecen. Dice que es el pueblo uniformado y con armas frente al pueblo de paisano y desarmado. Y termina con un ¡Pobre España!”

Hasta otro día.

Juanma

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