¡QUÉ e-MOCIÓN!
Prensa: 22-3-2023
*“Hemos
visto a bastantes diputados mirando los móviles. Incluso mirando Instagram”,
cuenta una universitaria.
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(Por cierto: este bloguero,
que se ha tragado entero el espectáculo congresual, previa toma de omeprazol,
ha creído ver a un diputado de izquierdas con su bolsita de nueces, comiendo y
mirando su móvil).
Como no todos los días se presenta una
moción de censura en año electoral, hemos quedado los miembros de la tertulia a
tomar nuestro primer café primaveral y comentar el asunto. Muy optimistas, los
cuatro esperamos sobrepasar los ochenta para las presumibles elecciones de
2027, si alguno no cae antes.
Una vez más inicia la ronda el amigo
Venancio preguntando quiénes de los presentes tiene y ha leído la obra “Estructura económica de España”, de don
Ramón Tamames”. Salvo Nicasio, el resto responde afirmativamente. Es un dato. Continúa
nuestro amigo diciendo que ha visto sólo la parte final de la sesión en la que
el señor Pachi (fonética española) López arremete contra Tamames y la dictadura
franquista, presumiendo de la libertad de expresión que ha traído su partido. Y
le extraña a Venancio que nadie le haya recordado a este individuo que él está
en la tribuna de oradores gracias a que unas Cortes franquistas dieron el
primer paso para hacerlo posible. No le cae bien el vasco López.
Adolfo cree que el partido que ha
presentado la moción adolece de bisoñez política y tiene que ir madurando,
cosas del desarrollo. Cuenta que en su juventud se enamoró de la novia de un
amigo. Cuando rompieron, tuvo la casi incontrolable necesidad de declararse
inmediatamente a la chica. Prevaleció la sensatez de esperar el momento
oportuno y le fue bien. Para Adolfo esta moción era una necesidad, pero no era
el momento adecuado. En todo caso, ha disfrutado escuchando a don Ramón,
personaje que posee una cabeza con abundante mobiliario de madera noble,
dirigiéndose a gente que en su inmensa mayoría sólo dispone de muebles
fabricados con viruta prensada
Al amigo Nicasio le ha gustado don
Ramón. Sabía de él por los tiempos en que la dictadura encarcelaba a los disidentes,
noticias que leía cuando estudiaba bachillerato. Es Nicasio diez años más joven
que don Ramón. Por otro lado, la mesura en el hablar, las ideas claras y precisas
que expone el profesor contrastan con la verborrea de los que viven de la
política. Ha experimentado cierto grado de emoción al escucharle. Tampoco le ha
gustado el vasco López. No ha sentido odio -por precaución- hacia quien se
supone representa todos los españoles, pero ha sentido asco al escuchar el
chasquido de las serpientes de cascabel que salían por su boca.
Termina Juan haciendo mención a una obra de García Márquez,
“Crónica de una muerte anunciada”,
narración de lectura con disyuntiva: o te cansas enseguida o te engancha. Nada
más iniciar la lectura ya avisa de que van a matar a Santiago, quien deshonró a
la novia cuyo marido descubrió en la noche de bodas que su esposa no era
virgen. Piensa Juan que nuestra democracia tiene cierto parecido. Nada más
abrirse los accesos al Congreso, se sabe cuál va a ser el resultado de las
votaciones. Lo de que “los diputados y
senadores no están sometidos a mandato imperativo alguno” es un mal chiste
constitucional. Aquí se vota lo que mande el jefe del partido o hay sanción.
Hoy ha habido una excepción, pues un diputado ha votado a favor de la moción
sin pertenecer al partido proponente. ¿Por qué? Porque no tiene jefe y así ha
podido manifestarse libremente. En las democracias serias hay veces que los representantes
de los ciudadanos no obedecen a su jefe político, que se ve obligado a ganarse
sus votos; disponen de libertad y conciencia y las usan. En España, nuestros
representantes ponen su libertad y conciencia a disposición de sus jefes. Tienen
razón los jóvenes espectadores de la moción a la que asistieron como invitados:
no tenemos una democracia ni unas Cortes serias.
Pues nada, ya se terminó el café y
parece que nos va sobrando la camiseta de invierno.
Hasta otro día.
Juanma