Notición: ¡SAN VALENTÍN SE JUBILA!
Basta echar una mirada al panorama actual para comprobar que el odio, el enfrentamiento, la intolerancia y el egoísmo les están ganando terreno a sus antónimos. Hoy el amor se está traduciendo en puro sexo; los enfrentamientos, en guerras; las intolerancias en fanatismos… Y podríamos continuar con los contrastes. No es extraño que San Valentín haya decidido jubilarse este año. Para más inri, si las cifras son creíbles, el pobre Valentín se encuentra con más de noventa mil divorcios el pasado año, de los que casi tres cuartos tuvieron lugar antes de los seis meses desde la boda, ceremonia, por cierto, cada vez menos religiosa. Esta realidad ha podido con su santa paciencia, que no llega a la de Job. Le ha tenido que ceder el paso a San Judas Tadeo, patrón de los imposibles. Pero lo más loable es que tiene intención de asesorar, de dedicar sus consejos, su magia y sus mañas amorosas a los ya jubilados. Se ha puesto a nuestra disposición para cuando lo necesitemos. ¡Bienvenido, Valentín!
El amor, ese sentimiento del que se ha dicho que no tiene edad, se ha definido de mil maneras. Desde la visión egoísta de que en el fondo es “El deseo de ser deseado”, hasta el reflejado en la vejez cuando se contempla “Unas arrugadas manos unidas y los dedos entrelazados”. Que cada cual lo tome como lo entienda.
Este año el bloguero del “Frente de Vejentudes” se adueña del Día
de San Valentín y va a presumir de su afición por la poesía, en este caso llena
de nostalgia e ilusión amorosas. Con el consuelo, siempre, de que en asuntos
cariñosos vividos y disfrutados nadie le va a quitar “lo bailao”. Es claro que los tertulianos, aparte de asuntos
políticos y sociales, hablamos más de una vez de temas y experiencias amorosas.
Al final la vejez no deja de ser una juventud que se ha prolongado en el
tiempo.
Prefiero no dar nombres, pero creo que uno de los tertulianos que confesaba haber intercambiado
miradas insinuantes y sugerentes con una vecina, podría depositar en
su buzón estos versos:
Lo he notado en tu mirada,
hoy catorce de febrero,
que estás muy enamorada.
¡Quién fuera tu compañero!
¿Te imaginas florida primavera
cogidos de la mano y voceando
por los campos de
flores y trigales
que el amor de nosotros
se ha acordado?
¿Te imaginas las tardes
de verano
debajo de una ducha
placentera
sorbiendo de las
fuentes del deseo
el agua de amorosa
torrentera?
¿Te imaginas mañanas
del otoño
cuando la lluvia llame
en las ventanas
y avise que muy pronto
nuestras sienes
se cubrirán de arrugas
y de canas?
¿Te imaginas esas
noches del invierno
junto a un hogar de
encinas chispeantes,
diciéndonos que sí
valió la pena
compartir de la vida
cuatro instantes.
Y como dice una antigua canción mejicana: “Un viejo amor, de nuestra alma sí se aleja, pero nunca dice adiós”.
El compañero con más calendarios vividos los asume, aunque a regañadientes. Se conforma con no vaciarse de sentimientos. Dice que le quedan posos de romanticismo. Quizás su queja y esperanza se podrían expresar así, más o menos:
¿Qué pretende el maldito calendario,
que
terco, inexorable y sin respeto
avisa
en el espejo y a diario
que
esta vida es un paso, es un asueto?
Es
el tiempo..., animal que nos devora,
esperando
su ración más suculenta,
que
engulle con más prisa que demora
cuando
él mismo nos marca los setenta.
Y
detiene, aminora o enlentece
los
pulsos de pasada fortaleza,
y
así, aunque mentira nos parece,
poco
ya en nuestro cuerpo se endereza.
Mas
el tiempo, que frena sobre todo
de
vientre para abajo los alientos,
permite
al corazón que, en su acomodo,
aflore sus más bellos sentimientos.
Y es que el amor en la vejez, el último amor, y mejor si sigue siendo el primero, es el más delicioso postre existencial, es la más bella despedida a la vida.
El menos añoso de los tertulianos está contento, pues ha encontrado a alguien a quien dedicar estas rimas. “Más vale tarde que nunca”, nos comenta.
y las
nieves ya nos llegan presurosas,
conseguimos
hacer cierta una quimera:
nuestro
otoño se llenó de mariposas.
Y a pesar de ser efímeras sus vidas
y ser
fugaces y erráticos sus vuelos,
fueron sus
alas con tal fuerza batidas
que
despejaron de nubes nuestros cielos.
Y ya sentimos el sol de las mañanas
y las
estrellas relucen más hermosas...
Ya no
importa que los dos peinemos canas:
nuestro rumbo lo han trazado mariposas.
Y el compañero más mayor, al que reconocemos como el más ilustrado, reproduce lo escrito por Erich Fromm: "El amor inmaduro dice: “Te amo porque te necesito”. El amor maduro dice: “Te necesito porque te amo”.
FELIZ DÍA DE SAN VALENTÍN,
para quien tenga motivos para celebrarlo.
Hasta otro día.