INMUNIDAD PARLAMENTARIA
Congreso de los Diputados
Prensa: (15-7-2022)
*El Pleno del Congreso de los
Diputados ha aprobado en su sesión de este jueves, 14 de julio, con 173 votos a
favor, 159 en contra y 14 abstenciones, el Proyecto de
Ley de Memoria Democrática y lo remite ahora al Senado para
continuar su tramitación parlamentaria.
Exposición de motivos: «La principal responsabilidad del Estado en el desarrollo de
políticas de memoria democrática es fomentar su vertiente reparadora, inclusiva y plural»
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Lo siento, pero tras digerir
como pude el pleno del Congreso sobre el Estado de la Nación, he mandado a mis
nietos a la piscina para desahogarme yo y pedir al destino que no se ahoguen
ellos, cuando sean mayores, y se encuentren con una España más desunida, más
pequeñaja y menos libre que la actual.
Ya me resulta
irracional que se consideren delitos no sólo los actos, acciones y hechos humanos
dañinos realizados contra otras personas o grupos sociales. En países bastante
más democráticos que el nuestro se juzgan únicamente hechos delictivos y se
condenan según su gravedad. No tiene sentido que se imponga por ley lo que se
debe recordar y lo que se puede o no sentir hacia el prójimo. Este enfoque sí
que me recuerda algo que le escuché de niño a un labriego de mi pueblo con
escasos recursos gramaticales: “Si dicen,
que dizan; mientras no hazan…”. Un gran socialista de los de antes, el
señor Leguina, pone un ejemplo muy doméstico: “Los actos de voluntad
no son asunto del Derecho, salvo si se plasman en acciones. Si alguien empuja a un vecino escaleras abajo,
comete un delito, pero si se limita a desear que se caiga, su deseo es
irrelevante jurídicamente”.
De todo hay en el Congreso de los Diputados,
como en la viña española, pero estoy convencido de que al igual que todos los
partidos, a través de sus portavoces, se han contagiado del virus de las
imputaciones, acusaciones recíprocas, unas falsas y otras no, veo claro que al
sentarse en sus escaños gran número de diputados muestran una resistencia
biológica y mental excepcional: son inmunes
ante un ataque de dignidad. ¿Y cuáles son los componentes de su vacuna?
También lo tengo claro: fanatismo ideológico y un bolsillo preparado.
Que uno de los motivos
que expone la ley hable de vertiente reparadora, inclusiva y plural, no deja de ser una broma de mal gusto teniendo
en cuenta que en una guerra civil tanto respeto merecen los españoles muertos
en un bando como en otro. Y así lo tomo yo, que tuve dos familiares, uno
víctima de los rojos y otro de los azules. Como para andar odiando o repudiando
a uno y a otro… Y reproduzco otro reproche que hace Leguina a esta ley: La ley se
olvida de los miles de asesinados en la retaguardia republicana durante nuestra
terrible guerra civil. Lo que ocurrió en ambas retaguardias fue un horror para
echar al olvido y para expresar un deseo: nunca más. Así que de inclusiva, nada. Pareciera que es
España la única nación que ha padecido guerras civiles. Ya me gustaría saber
cuántos países que han sufrido enfrentamientos civiles cruentos tienen una ley
como la que acaba de aprobar el Congreso español. Por poner un ejemplo, la de
EE.UU., guerra civil que ganó el norte, pero que tiene monumentos dedicados también
a héroes del bando perdedor. ¡Y no tiene ley de memoria histórica ni
democrática! ¿En qué legislación extranjera se habrá inspirado nuestro ínclito
gobierno actual para hacer la suya? Dice Internet que “Canadá, Australia, Nueva Zelanda, India,
Singapore, y Saudi Arabia nunca tuvieron guerras civiles”. Si es
cierto, ya han tenido modelos donde buscar.
En
circunstancias tan temibles para España, y que no quiero aceptar como
terribles, recuerdo mucho a mi padre. Aprendió a leer y escribir mientras
cuidaba ganado ovino y gracias a un cartero rural, profesión que él mismo ejerció
de mayor hasta que fue represaliado, por rojo, al terminar la guerra civil.
Supo adquirir cierta cultura por sí mismo y dejó a sus hijos un gran tesoro,
sus memorias, que hemos convertido en libro de cuatrocientas páginas para
recuerdo familiar. Asistió a más de una charla del fundador del Psoe, quien no
le convenció. Vivió la llegada de la democracia con una ilusión que se fue
convirtiendo en frustración con el paso de los años. Hay dos preguntas suyas,
repetidas muchas veces, que no puedo olvidar: ¿Para esto hice yo una guerra? ¿Otra vez quieren castrar al pueblo
español? Él sabría el porqué de sus palabras. Personalmente deduzco que
consideraba la dictadura como castradora sin urnas y la democracia como
incipiente castradora con urnas y papeletas a su favor. Claro que el franquismo
impuso una memoria excluyente y estigmatizadora; pero hay un viejo, ilustre y
conocido socialista que afirmó hace unos días en la prensa: “Pues bien, ahora se quiere hacer lo mismo
que hizo Franco, pero al revés”.
Y que
conste que no estoy de acuerdo con lo escuchado hace poco a un tertuliano
radiofónico: “El actual presidente del
gobierno es una desgracia para España”. Hoy por hoy las desgracias o las
suertes de una sociedad, de una Nación, dependen de unas papeletas.
En todo caso y remedando
la obra de Fernando Fernán Gómez, “Las
malas leyes son para el verano”. Como en otros tiempos.
Sigan disfrutando, estimados lectores, de sus merecidas vacaciones.
Hasta otro día.
Juanma