LOS INTOCABLES, LOS CONSEGUIDORES II

  

 

    Esta chica noruega descubrió que ”era un gato”, que no se sentía mujer.

Prensa: (30-6-2022)

*El Gobierno aprueba el anteproyecto de la ‘ley trans’.

El Consejo de Ministros ha aprobado hoy el anteproyecto de Ley para la igualdad efectiva de las personas trans y la igualdad LGTBI, que permitirá el cambio de sexo y nombre en el Registro Civil sin necesidad de testigos, pruebas ni informes en un plazo de tres meses.

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(El título hace referencia a otro igual escrito el 17-6-2005)   

Con lo que está cayendo en nuestra España en los aspectos político, social y económico, ¿qué tendrá de extraordinario esa parte de la ciudadanía denominada LGTBI que precisa una ley especial para su protección? Veamos cuál es el objetivo de esta ley:

“El objetivo de la presente Ley es desarrollar y garantizar los derechos de las personas lesbianas, gais, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGTBI) erradicando las situaciones de discriminación, para asegurar que en el Estado español se pueda vivir la diversidad afectiva, sexual y familiar con plena libertad. Recoge una demanda histórica del rico tejido asociativo LGTBI.

(Que se dicte una ley especial para un colectivo encierra ya una discriminación, pues considera que es una parte de la población diferente al resto). ¿Para cuándo una ley con este encabezado?: “El objetivo de la presente Ley es desarrollar y garantizar los derechos de los padres en la educación de sus hijos…”

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Está claro que la tertulia “Frente de vejentudes” aprovechará la tarde de hoy para tomar su habitual café, comentar el asunto “trans” y despedirse hasta la vuelta de las bien ganadas vacaciones.

El amigo Venancio está que trina. Se pregunta que para qué sirve una Constitución que no es capaz de garantizar la igualdad de todos los españoles. Nos lee un párrafo de la exposición de motivos de la ley que afirma que “A menudo, la discriminación se convierte en agresión: el 8 % de las personas LGTBI en España han sido atacadas en los últimos 5 años”. Y sigue preguntándose que para qué está el Código Penal. En cuanto a la discriminación laboral, hay una profusa normativa al respecto, aparte de una Magistratura del Trabajo.

Nicasio considera aberrante que se siga confundiendo derecho y libertad. Y pone un ejemplo. Según la dichosa ley el Estado concede al colectivo LGTBI el derecho a cambiar de sexo y registrarse con otro nombre, pero le niega la libertad de arrepentirse. Infumable. Y ni siquiera se precisa tener la mayoría de edad, como se exige en Dinamarca. Por supuesto que los padres no cuentan. Para el Estado, para este gobierno, los derechos de los padres sobre sus hijos los determina y asume el dios Estado. A los padres sólo les quedan obligaciones.

Le llama la atención a Adolfo que la ley considere al colectivo LGTBI como un “rico tejido asociativo”. Tan rico que su ideología se traslada a las aulas. Mucho más rico que la CEAPA (Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado), que no tendrá hueco en los libros de texto. (Incluir en el curriculum escolar la riqueza afectiva de la vida familiar clásica sería mucho pedir). Y lo de “entender esa diversidad como un valor” resulta una broma:  es una realidad y vale lo que vale.

El compañero Adolfo dificulta que los padres de la Constitución imaginaran que el Tribunal Constitucional interpretaría un día que  “En el principio de libre desarrollo de la personalidad (artículo 10.1 de la Constitución) se basa el derecho al cambio registral de la mención al sexo. A este respecto, el Tribunal Constitucional en su STC 99/2019, de 18 de julio, establece que “con ello está permitiendo a la persona adoptar decisiones con eficacia jurídica sobre su identidad. La propia identidad, dentro de la cual se inscriben aspectos como el nombre y el sexo, es una cualidad principal de la persona humana. Establecer la propia identidad no es un acto más de la persona, sino una decisión vital, en el sentido que coloca al sujeto en posición de poder desenvolver su propia personalidad”.  Y sólo basta una frase:  “Me siento…” para que tenga eficacia jurídica  su identidad. ¿Alguien recuerda a la chica noruega que se sentía gato? Pues eso.

Hoy Juan se ha puesto en plan de filósofo de pueblo. Dice que a sus nietos ha intentado inculcarles dos principios vitales que le permitirán desarrollar su personalidad:

“Lo que siembres, recogerás”.

(Lo esencial es que os proporcionen las semillas)

“El mundo se divide en dos: buena gente y mala gente”.

(Tratad con la gente buena. Respetad siempre su ideología, sus tendencias afectivas, su condición social, y sus libres decisiones si no chocan frontal y violentamente con las vuestras).

En cuanto a la manida discriminación hacia algunos colectivos, Juan entiende que no está en situación ni condiciones de discriminar, pero sí de elegir sus preferencias personales y sociales. Nos pone un símil: “En mi comunidad de vecinos no me trato con el del quinto porque no me apetece y siento que no es buena gente; pero no puedo discriminarlo, no puedo excluirlo, echarlo del edificio”.

Nos deseamos felices vacaciones y quedamos en estar en contacto telefónico cuando nos apetezca. Y a estas edades, sólo deseamos que nadie fracase, que así se dice en León cuando alguien se va al otro mundo.

Y enhorabuena al colectivo LGTBI, que conseguís del gobierno y de las Cortes casi todo lo que queréis y necesitáis. Al parecer no sois muchos, pero podéis más, por ejemplo, que los más de tres millones de españoles que han necesitado la ayuda de Cáritas para sobrevivir.

Felices vacaciones a mis estimados lectores.

 

Hasta otro día.

Juanma




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