LOS INTENTABLES

 


                          Varios manifestantes apalean a un policía en la Puerta del Sol de Madrid. REUTERS

Prensa: (18-2-2021)

* De los diecinueve detenidos, han comparecido ante el juez trece, al ser el resto menores de edad y quedar a disposición de la Fiscalía.

* 4-10-2016:  La Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a penas de hasta un año y cuatro meses de prisión, a dos padres que encerraron a su hija menor de edad en una habitación de su casa en Parla (Madrid) durante dos días por su mal comportamiento y colocaron un candado en la puerta para evitar que saliera.

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El título viene del uso sinonímico que en el pueblo donde me nacieron, al menos en mi niñez, se hacía del verbo tocar, que se sustituía por tentar. Curiosamente también se utilizaba el verbo entrar en lugar de meter, quizás por su posible interpretación lujuriosa, como lo tiene coger en países sudamericanos. Así, pues, téngase el título como “Los intocables”.

Hoy he estado escuchando una emisora de radio en la que se entrevistaba a un abogado, a quien se preguntaba sobre la responsabilidad de los menores que forman, aunque sea en pequeño número, parte de los grupos vandálicos que todos hemos visto atacando con objetos más que contundentes a la policía y destrozando lo que podían. El abogado esquematizó lo que la ley contempla en estos casos y cómo los padres son responsables a efectivos civiles. Contaba el entrevistado el caso de unos padres que tuvieron que pagar ochenta mil euros por los daños ocasionados por su hijo menor durante una manifestación violenta. ¿Cómo corregir a ese hijo? Lo más fácil es decir que con estrategias educativas, inútiles en mi criterio cuando, hoy,  los menores se “educan” más en los grupos de los que forman parte y entre sus amistades. El hombre terminó reconociendo que la actual legislación de menores precisa una puesta a punto urgente. Y lo que más le preocupaba era el tratamiento legal a esos jóvenes entre 16 y 18 años que, o bien por su cuenta, o inducidos y manipulados, se ven protagonizando actos de violencia extrema. Y en esa franja de edad ya hay fuerza muscular notable.

Mi reflexión sobre este tema, basada en la experiencia que da la vejez, es que los jóvenes de ahora son más inestables y manipulables. En lenguaje político, no están centrados, y a salvo queden todas las numerosas excepciones. Como se dice en el juego de las siete y media, o te pasas o no llegas. ¿Y cuál es el problema al no saber con qué carta  plantarte? Que si te pasas en la corrección, por ejemplo encerrándolo en una habitación durante un tiempo, te la encuentras  (Ver nota de prensa ut supra), y si no llegas, te la buscas. En estos tiempos se quiere otorgar, a partir de los 16 años de edad, el derecho a disponer del propio cuerpo a los efectos de elegir su condición sexual. Asume así el/la menor la responsabilidad de sus actos. Para otros actos, que la responsabilidad la asuman otros.

Y me vienen a la memoria mis tiempos juveniles, que no califico a estas alturas  ni de buenos ni de malos, simplemente “fueron” y se fueron. Tenía dieciocho años y había ganado una sustanciosa beca de estudios. Aún sin tener coche, mi ilusión era tener el carné de conducir, aunque en aquellos tiempos era preciso ser mayor de edad, que se alcanzaba a los veintiún años. Cuando lo comenté con mi padre, él me dio la solución: “Como te veo responsable en tu conducta y tus estudios, mañana vamos al juzgado y te concedo la emancipación,  y ya serás mayor de edad”. Desde entonces dispuse de licencia para conducir y tendría que responder personalmente de mis actos.

Para terminar, me gustaría reconocer a padres y policías su religiosa resignación. Nuestros legisladores han ido convirtiendo a la inocente niñez en deidades adolescentes y juveniles. Los jóvenes de 16 a 18 años, de los que hablaba el abogado, están considerados como dioses. ¿Y qué pueden hacer unos policías, unos padres, todos ellos simples seres humanos, ante un dios? Es un combate desigual.

Hasta otro día.

Juanma


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