¡ADIÓS, FILOMENA, ADIÓS!

 

  

Prensa: (18-1-2021).  Filomena se despide, además, con resaca”.

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Una de las mañana en que me atreví a salir un momento a la terracilla de mi confinamiento meteorológico forzoso, me fijé en el tejado de una nave que está cerrada desde que Filomena hizo su insistente, espesa y blanca aparición. Esa mañana me pareció adivinar que sobre una de las claraboyas del techo de la nave se estaba dibujando los rasgos de una cara. La siguiente salida a mi observatorio fue cuando se inició el lento y peligroso deshielo. Y me llevé la gran sorpresa: Filomena había aprovechado los caprichos del deshielo para mostrar su rostro. ¡Sí, era ella! ¡Y parecía que se estaba carcajeando!

Le hago la imprescindible foto y la muestro a la familia, que sale a la terracilla a confirmar tal visión. Mi hija se inclina por el parecido con un soldado de las Tropas de Asalto del Imperio Galáctico, de la película Star War, comparación con la que no estoy de acuerdo. La máscara del soldado es inexpresiva, impasible… La faz de Filomena es otra cosa, su rictus la delata. Su sonrisa abierta lo dice todo. Se está despidiendo de nosotros, sin prisa, y sin la tristeza de un adiós.

La pregunta  surge espontánea: ¿Qué ha provocado en Filomena esa alegría, sólo herida y ajusticiada al fin por unos débiles y tímidos rayos de sol y unas lluvias anunciadas? Creo que son muchas  las causas de su regodeo. Pero prefiero hacer una comedida interpretación de su risueño semblante. Posiblemente no se habrá alegrado mucho del daño que ha producido en el campo, los transportes y la movilidad, pero se habrá alegrado por los acuíferos y los pantanos, a los que ha repuesto su potencial. Sí se ha reído abiertamente por haber conseguido un confinamiento sin precisar, como el gobierno, firmar decretos en el Boletín Oficial del Estado. De paso, Filomena, podías haber matado por congelación al “bicho” que nos amarga la vida; pero parece que no vales para tales menesteres.

Un secreto, Filomena: de chico te conocí en Salamanca, cuando llegaste a congelar el río Tormes, que ya difícil. Puedes suponer, entonces, que me sonara tu cara cuando apareciste en el tejado de una nave cerrada. Y una petición: que tu próxima aparición sea prudente y con menos guasa. ¡Vete con Enero, Filomena!

Hasta otro día.

Juanma

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