FIN DE VACACIONES Y SEGUIMOS VIVOS


                               Hotel                                                                         Mar Menor


30 de agosto de 2024

 Y se acabó lo bueno. La tertulia del “Frente de Vejentudes” ha vuelto de sus merecidas vacaciones y se ha reunido a tomar su habitual café de media tarde. Nuestra amable Sara ha dado la bienvenida y cada uno de los tertulianos la ha obsequiado con un pequeño detalle del lugar donde ha estado. Hoy no va a haber comentarios a la prensa del día y todos han decidido relatar algo digno de mención que les ha sucedido durante los días vacacionales.

Comienza Adolfo presumiendo de que ha “ligado” amistosamente con la recepcionista del hotel donde ha pasado una semana junto al Mar Menor. Chica simpática, amable y encantadora, que junto con el resto de los empleados y empleadas del establecimiento han conseguido que se respire un respetuoso ambiente familiar. Apenas se ha mojado los pies en las templadas aguas de la playa por miedo a la presencia de medusas, algo que no ha importado a muchos visitantes del lugar. Tiene intención nuestro amigo de volver todos los meses de agosto que le queden de vida y se valga por sí mismo. Ha leído en la prensa regional que se van a destinar 100 millones de euros en la recuperación de este hijo del Mediterráneo. A ver si es verdad. Lo han prometido los políticos.(?) 

Quien no se ha alejado mucho de la sierra de Madrid ha sido el amigo José Luis, que mata su ocio devorando prensa económica y que manifiesta su preocupación por el riesgo de que se rompa la llamada “caja única”. Todo a cuenta de los catalanes, que encima queman la imagen del presidente de la Comunidad Valenciana, a la que consideran suya. No se dan cuenta, advierte nuestro amigo, de que Valencia fue reino y Cataluña no pasó de condado. ¡Ni que fueran un imperio!

Venancio donde mejor pasa sus vacaciones es en el pueblo, con su hija, sus nietos y la compañía de sus amigos de la infancia y juventud que aún viven y con los que pasa sus buenos ratos en el bar jugando al mus y al dominó. Y nos cuenta que todavía hay gente en su pueblo que pronuncian “périto, méndigo y pántano”. Y hasta escuchó a una vecina casi centenaria decir que a su hijo le habían operado de “tataratas”. Cómo no, presume de ir caminando hasta el río Záncara, paraíso que fue del cangrejo autóctono en otros tiempos.

El amigo Juan, una vez más, pasó parte de sus vacaciones en su inolvidable y querida  Salamanca, donde vivió un esperpento legal a cuenta de la más que manipulada Ley de protección de datos. Resulta que hacía muchos años que no tenía noticias de un antiguo compañero de trabajo. Lo último que alguien le dijo es que había estado viviendo en Salamanca, si no había fallecido. Para salir de dudas se acercó al ayuntamiento, al padrón municipal, dio nombre y apellidos del amigo y pidió si podían informarle si vivía en la ciudad. El funcionario, muy serio, le dijo que de acuerdo con la ley le era imposible facilitar ese dato, por muy básico que fuera, y menos aún dirección. Lo comenta al llegar a casa y es su nieta quien le pide al abuelo nombre y apellidos del amigo. Coge la niña su móvil y a los pocos minutos le dice al abuelo que ha localizado a quien debe de ser familiar directo, con su dirección en Salamanca y su número de teléfono. Solucionado. Volvió al ayuntamiento y les rogó que la próxima vez que venga un ciudadano con la misma petición les informe de que los datos que la ley da como protegidos no lo están en las guías de teléfonos disponibles en internet. ¿Nos reímos o lloramos?

Terminado el rato de tertulia, quedamos para reunirnos en cuanto aparezca una noticia nacional que nos haga reír o llorar.

Hasta otro día.

Juanma


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